Las primeras publicaciones sobre inteligencia emocional fueron hechas en 1990 por los psicólogos estadounidenses Mayer y Salovey. Desde entonces este concepto ha sido ampliamente investigado comprobándose la importancia de la gestión de las emociones en la conducta, rendimiento y bienestar de las personas.
Las emociones son tendencias de respuesta que se manifiestan a nivel fisiológico, en la experiencia subjetiva y el pensamiento. Surgen como consecuencia de la evaluación de una situación y son intensas pero breves en el tiempo. Las emociones juegan un papel fundamental en nuestra vida, influyendo de forma determinante en nuestros pensamientos y acciones. Los programas para desarrollar la competencia emocional se encaminan, por un lado, a incrementar nuestra capacidad para gestionar las emociones negativas como el desánimo, la frustración o el enfado; y por otro lado, a aprender a inducirse emociones positivas como el entusiasmo, la esperanza o la alegría. Los beneficios de estos aprendizajes son patentes en diferentes áreas de nuestra vida. Por ejemplo, se ha comprobado que las emociones positivas se relacionan con formas más creativas y acertadas de solucionar problemas, emitir juicios y tomar decisiones.
Tener una buena inteligencia emocional incrementa el desempeño académico y laboral. A veces marca la diferencia entre personas que tienen la misma capacidad intelectual y formación; en estos casos, las personas con mayor inteligencia emocional alcanzan niveles formativos más altos y ocupan puestos de mayor responsabilidad.
Tener una buena inteligencia emocional es fundamental para tener una vida satisfactoria
Tiene también efectos positivos sobre la salud; las personas que gestionan bien sus emociones llevan una vida más sosegada y gozan de mejor salud porque aprenden a inducirse emociones positivas que contrarrestan o neutralizan los efectos fisiológicos de las emociones negativas, como la elevación de la frecuencia cardíaca y la presión sanguínea, entre otros. Educar en la gestión de las emociones es una tarea que desempeña nuestro equipo de psicólogos en A Coruña.
Una buena competencia emocional disminuye la frecuencia de las respuestas agresivas que son sustituidas por comportamientos positivos, facilitando las relaciones sociales y sentimentales. Todo ello redunda en un incremento de la autoestima y de la sensación de bienestar y felicidad. En Clínica Valdivia hemos diseñado programas de desarrollo de las competencias emocionales específicos para niños, adolescentes y adultos. Estos programas fundamentalmente se dirigen a incrementar la conciencia y comprensión de las propias emociones y las de los demás, aprender a gestionar las emociones negativas utilizando fundamentalmente el “diálogo interno”, desarrollar la capacidad para inducirse emociones positivas e incrementar nuestras habilidades socio-emocionales. Consulta con nuestros psicólogos sin compromiso.
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